
Las reestructuraciones son habituales en los sectores de reciente creación. El profesor del IESE Luís Cabral las explica a partir de los costes ocultos y la incertidumbre tecnológica: ante el riesgo de apostar por el caballo equivocado, al principio las empresas invierten de forma conservadora y no alcanzan su capacidad óptima hasta que se aclara cuál será la tecnología ganadora, lo que desencadena la reestructuración.
En 1908 había 206 empresas en activo en el sector de la automoción estadounidense. En 1920 esta cifra se había reducido a 126. Y una década más tarde eran 24. En 1942 apenas quedaban ocho empresas en el sector.
Estas reestructuraciones, que implican una reducción drástica en el número de participantes activos que a menudo tiene lugar durante las fases de rápida expansión de un mercado, son habituales en las primeras etapas de un nuevo sector, desde el del automóvil y los reproductores de vídeo hasta el informático y de telefonía móvil.
Las explicaciones teóricas acerca de las reestructuraciones han ido variando, pero todas coinciden en que en algún momento el coste marginal de la tecnología ganadora disminuye, de modo que allana el camino al crecimiento de las empresas. Si este es mayor que el ritmo de expansión del mercado, se produce una reestructuración.
Hasta aquí todo parece muy lógico. Pero en el artículo "Technology Uncertainty, Sunk Costs and Industry Shakeout", publicado en la revista Industrial and Corporate Change, el profesor Cabral propone una explicación complementaria sobre las reestructuraciones basada sobre todo en los costes ocultos.