
Tradicionalmente dominado por los hombres, el mundo corporativo es cada vez más heterogéneo. Aun así, las mujeres siguen afrontando no pocos retos en su ascenso a puestos de liderazgo. Esa es la conclusión del panel de altas directivas que el IESE reunió recientemente en Nueva York, donde compartieron su experiencia y lanzaron una serie de recomendaciones a las mujeres que desean labrarse una carrera profesional en la dirección de empresas.
Las ejecutivas, que estudiaron en los campus del IESE en Madrid, Barcelona, Múnich, Nueva York y São Paulo, han contribuido a crear una cultura internacional de liderazgo femenino. Fruto de su reflexión sobre las lecciones aprendidas en el IESE y a lo largo de su vida profesional, expusieron algunas claves del liderazgo femenino.
Capacidad de adaptación
Aunque conviene planificar la carrera desde una fase temprana, hacerlo en exceso puede ser una rémora para el desarrollo personal y profesional, según Michelle Naggar Reichenbach (MBA '05), que aconsejó enfocar este tema con una mentalidad abierta. “Busca lo que realmente te motiva. No tienes por qué ceñirte a un plan de carrera predeterminado”.
La secundó Yasmin Namini, vicepresidenta senior y directora de atención al cliente del New York Times, para quien la pasión es la piedra angular de cualquier carrera. Aunque es necesario tener un sueño y ponerle ganas, el cómo puede y debe cambiar por el camino.
Las panelistas subrayaron que un plan de carrera flexible permite a las mujeres adaptarse a los cambios en los roles y los sectores, una capacidad decisiva en la era tecnológica.
Un equilibrio sano
Radha Subramanyam, presidenta de analítica e investigación de iheartMedia Women, explicó que se espera que las mujeres, más que los hombres, “lo hagan todo” y asuman su responsabilidad como madres y profesionales.
Subramanyam, que también es madre, reconoció que esa conciliación exige sacrificios. “Puedes ser madre, pareja y directiva, pero sin machacarte. Lo importante es sentirte realizada”.
Estilo de dirección
La dirección de personas es otro juego de equilibrio. Lo más difícil en cualquier puesto es calibrar los deseos y expectativas de los demás.
Paloma Durán, directora del Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, resumió la dirección de equipos en tres pasos clave: buscar lo mejor de cada persona; reconocer su esfuerzo y méritos, pero también decirles con franqueza en qué deben mejorar, y, por último, promover y empoderar a todos y cada uno de ellos.
Subramanyam recordó que, a medida que avanza la carrera profesional, cambian las responsabilidades, por lo que hay que adaptar el estilo de dirección. Namini advirtió de la delgada línea que separa los roles de directivo y líder y la importancia de que las mujeres entiendan cuál es el suyo y actúen acordemente.
Tender lazos
“Networking” se ha convertido en una “palabra malsonante”, observó Noelle Sadler Delory (MBA '07). Pero no consiste en usar a los demás para medrar, sino en crear una red de relaciones que, como tales, deben ser bidireccionales.
Sobresalir
Para potenciar esa red, hay que destacar. Pero, como advirtió Reichenbach, no se trata de dar la nota o “hablar por hablar”, hábitos que no llevan a ningún sitio, sino de que te recuerden.
Hay dos formas sencillas de conseguirlo, explicaron Namin y Delory. La primera es presentar resultados excelentes: hacer un buen trabajo y compartir méritos cuando toque. La segunda es saber darse a conocer y contar una historia convincente: nuestra narrativa profesional ha de transmitir seguridad y reflejar fielmente quiénes somos.
Empoderamiento
Las panelistas coincidieron en la necesidad de afirmar el propio liderazgo, sobre todo cuando se es mujer, pero también de empoderar a los miembros del equipo.
Es crucial que directivos y directivas demuestren a sus empleados que se toman en serio su desarrollo profesional. Si siempre tienen la última palabra o respuesta para todo, no dejan margen al crecimiento de los miembros del equipo. Y si estos no apoyan a su jefe, se les considera desleales.
En suma, el liderazgo es un gran juego de equilibrio: ser fiel a uno mismo, abrazar el cambio, cumplir objetivos y promover a tu equipo. Porque, como dijo Namini: “Se cosecha lo que se siembra”.